jueves, 19 de febrero de 2009

SORTILEGIO PARA ENAMORAR (Libro de Artefio)


Coged una manzana del árbol un sábado por la mañana, cuando apenas haya amanecido y llevadadla a un cementerio por tres días.




Después lo quitareis del sitio donde la hayais depositado y la envolvereis en un pedazo de tela empapada en vuestra sangre.




En tal forma la colgareis en un clavo encima de la planta más alta que exista en un jardín hermoso, dejándola 48 horas allí.




La descolgareis transcurrido el tiempo, envolviéndo todo en una hoja de papel nuevo, en el cual esté escrito el nombre de la persona de quién se desea ser correspondido.




Hareis después por tener seis cabellos de la persona a quién deseeis y los unireis a seis vuestros.




Escrivireis además un billetito con esta palabra: SCHEVA.




Envolvereis los cabellos en dicho papel cortando luego la manzana por el medio y quitándole las pepitas. En su lugar pondreis el billetito con los cabellos de ambos, uniéndo de nuevo la manzana con dos hebras de enebro verde.




Se envuelve todo en una hoja de papel nuevo, se pone en un horno y se recoje el polvo.




Este polvo, puesto bajo la almohada de la persona a quién deseeis, hará que se alcance en breve su cariño.




Conjuro sacado del libro de Artefio. ¿No me digas que no es precioso?... ¿Funcionará? ¿Existe la Magia?....




martes, 17 de febrero de 2009

SIN PERMISO - artículos en la WEB

El Papa y Berlusconi deberían haber dejado morir en paz a Eluana
Mary Warnock · · · · ·

15/02/09


La decana de la filosofía moral británica reflexiona sobre el caso Eluana.No es de sorprender que para llegar a un veredicto, según el cual debía permitirse morir a Eluana Englaro, los tribunales italianos se hayan tomado más tiempo del que le llevó a la Cámara de los Lores adoptar la misma decisión en el caso de Tony Bland en 1993. El entorno religioso es bastante diferente y en esas cuestiones de vida y muerte, la religión acaba desempeñando algún papel. Pero los casos eran muy parecidos. En ambos se trataba de jóvenes destrozados por accidentes. En ambos se había diagnosticado un estado vegetativo permanente, Englaro durante 17 años, nada menos, Bland durante sólo dos.

También en ambos casos, tanto la familia como los amigos deseaban que se les permitiera morir. En el caso de Bland, era la profesión médica la que sostenía que era su deber mantenerlo vivo. El tribunal de apelación falló, no obstante, que era legítimo retirar el tratamiento a un paciente cuando dicho tratamiento se demostraba inútil, es decir, cuando no aporta ningún beneficio, y que por tanto la nutrición e hidratación artificiales podría retirarse legalmente. El tribunal de apelación italiano se atuvo al final, presumiblemente, al mismo argumento. El Papa, en su intento de revocar el fallo, actuaba en nombre del principio de inviolabilidad de la vida, principio esencialmente religioso, ahondando en una dirección que convertiría a Italia en una teocracia en la que, si una ley no es aceptada por la religión, no es ley.

Pero, ¿qué decir de la paciente misma y de su familia? ¿Tiene tal fuerza moral el principio de que la vida es sagrada, esté o no consagrado en las leyes, como para invalidar todas las consideraciones de compasión o sentido común? Nadie negaría en Italia o Inglaterra ni en parte alguna del mundo civilizado que la vida humana tiene un inmenso valor, pero no hay aquí vida humana a menos que haya alguien que la viva. No es algo abstracto llamado Vida lo que valoramos, sino la gente que la vive y la disfruta. La vida no es nada si no es el ser vivida.

Cuando no hay esperanza de que un paciente siga viviendo su vida, deben sopesarse entonces otros valores contrapuestos al valor de esa vida, entre los que se encuentra el sufrimiento de sus familiares. La idea de que un hijo en ese estado pueda incluso sobrevivirnos se hace intolerable. Es esto lo que debe considerarse en la prolongación de un tratamiento inútil.

Y el carácter sagrado de la vida rara vez se invoca excepto en aquellos casos los que se contempla abreviar una vida lastimera. Los católicos creen que la vida de todo embrión es sagrada desde el momento de su concepción, pero no creen que ese principio haya de entrañar que no puedan librarse guerras justas en las que se pierdan muchas vidas humanas. Si la vida humana fuera realmente sagrada, sería como mínimo dudoso que se pudiera en rigor matar a alguien por miedo a que nos mate. La iglesia ha permitido durante mucho tiempo esas excepciones al principio de inviolabilidad. No se mantiene, por tanto, que puesto que la vida es un don de Dios, sólo a Dios le corresponde quitarla. Y si ese fuera un principio absoluto, ¿cuál sería la moralidad de prolongar la vida humana por medios médicos, cuando ha enviado Dios al ser humano un ataque cardíaco o una infección que de otro modo habría resultado mortal?

Podemos y debemos preservar la libertad religiosa. Podemos estar preparados para argumentar hasta el último aliento que la gente albergue las creencias que gusta y siga la práctica de su fe. Pero no debería imponerse la fe a quienes no la comparten. Por encima de todo, hay que resistirse a la teoría de que las creencias religiosas, por sólidamente que se mantengan, deberían tener preferencia ante la ley. La ley mantiene unida a la sociedad y, siendo humanos, debemos vivir en sociedad. Es de esperar que Italia siga siendo una sociedad humanitaria, además de humana.

Mary Warnock es una reconocida filósofa moral británica.

Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón
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The Observer, 8 febrero 2009

TE QUIERO (MARIO BENEDETTI)


Tus manos son mi caricia,
mis acordes cotidianos;
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.


Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice, y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.


Tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada;
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro.


Tu boca que es tuya y mía,
Tu boca no se equivoca;
te quiero por que tu boca
sabe gritar rebeldía.


Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.


Y por tu rostro sincero.
Y tu paso vagabundo.
Y tu llanto por el mundo.
Porque sos pueblo te quiero.


Y porque amor no es aurora,
ni cándida moraleja,
y porque somos pareja
que sabe que no está sola.


Te quiero en mi paraíso;
es decir, que en mi país
la gente vive feliz
aunque no tenga permiso.


Si te quiero es por que sos
mi amor, mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

domingo, 15 de febrero de 2009

ALGO QUE DECIR


Amigo,

ya no llueve tu risa sobre mi silencio,

ya no amanece tu seguridad sobre mis miedos.


Compañero,

el bálsmo de tus palabras

ya no cura mis heridas.

Hay un amanecer verde esperanzador que no llegará

a las simas de mi corazón perdido

en el inmenso silencio del ocaso oscuro y frío.


Amigo,

¿Por qué no llenas mis vacíos?

¿Por qué no te pierdes conmigo

por siempre en la blancura de las palomas

y en los blancos guijarros del camino?


Compañero,

te veo entre los ríos de mis lágrimas

y creo que no eres tú.

Derramo mis mañanas sobre ti

y no recoges mis gotas de rocío.

Sigues vagando entre las eternas soledades de tus alucinaciones.

Continúas tu camino solitario

sobre horribles y vacíos mundos,

que no son mundos, sino horrores.

Cada paso que das es una tormenta,

cada movimiento, un huracán..

y continúas, sigues caminando hacia la nada: porque no hay nada allá donde vas.


Amigo,

mira como está la noche:

oscura, fría, tenebrosa.

¡Nunca amanece en ti!

¡Nunca llega la luz esperanzadora!

Observa el rocío de la mañana.

¡Me duele tanto tu eterna noche moribunda!

Quisiera cogerte de la mano

y sacarte de la noche oscura


Compañero,

pierdete conmigo

en la blancura de las palomas

y en los blancos guijarros del camino.