domingo, 4 de julio de 2010

EL TIEMPO PASARÁ


La vida empieza con un punto y seguido… seguido de muchos más puntos que nos hacen ir recorriendo este camino –y, te juro, que a veces creo que sin opciones-.
De repente se nos presentan unos puntos suspensivos cuando empezamos a ver que no todo es como creíamos y ahí empiezan a romperse nuestras ilusiones: a los niños no los trae la cigüeña, es un proceso doloroso, los Reyes no son los padres –salvo en el chiste fácil de un príncipe-, el chantaje era lo que contaba: nadie viene de oriente a traer regalos, más bien lo contrario.

Seguimos creciendo y nuestra vida se compone únicamente de esos dos puntos: hago-consigo, parezco-tengo, quieren que sea-soy. Esos dos puntos malditos son los peores de todos, mucho peores que los puntitos de la diéresis que se ponen sobre nuestras cabezas como espadas de Damocles, esos se pueden soportar, llega un momento en que por fin puedes dormir aliviando conciencia en otras almas. Pero los dos puntos significan la mayoría de las veces hipocresía: casi nunca conseguimos lo que queremos, ni tenemos lo que parece y nunca nos mostramos como somos en realidad.

Gracias a los puntos y aparte vamos sobreviviendo. Borrón y cuenta nueva… si nos atrevemos. Ser libres, ser nosotros y ser felices: Vivir. ¡Cuántos poquitos puntos y aparte hay en la vida de los seres humanos!

Tenemos ese punto y coma que son paréntesis en nuestras vidas en los que somos felices o creemos serlo. Son como secretos, pensamientos ocultos que se van forjando, una vida interior y rica que a veces nunca, nunca sale a la luz, pero que nos acompaña todos los días y nos ayuda a soportar la triste realidad.

Y, por fin, desvelamos a Isis: lo que hemos sabido y temido –o deseado- llega y nos arrasa: El punto y final.