miércoles, 21 de diciembre de 2011

DULCE NAVIDAD,... SI ESO

Para muchos de nosotros, y siento decirlo, la Navidad es como un resfriado: hay que pasarlo y si es con humor, mejor… al fin y al cabo se supone que son días entrañables de felicidad, familiares y solidarios.

Al igual que el resfriado, tiene sus síntomas y nuestros cerebros se ponen en guardia ante la que nos espera. Cuando empiezan a asomar en televisión todos esos anuncios absurdos – y bastante machistas, también hay que decirlo- de perfumes y colonias con nombres rimbombantes es el momento de cerrar chacras y dejarse llevar por la corriente, hacer de salmón y nadar río arriba no va a servir de nada, sabemos que nos arrastrará el consumismo y la vorágine, que las tarjetas de crédito –las que hayan sobrevivido a la crisis- empezarán a echar humo indefectiblemente.

Es cuando vivimos la filosofía del “carpe diem”, aprovechar el momento más inmediato, disfrutarlo y olvidarnos de las consecuencias: las cartas del banco con los números rojos, los regalos inútiles que tendremos que devolver o arrinconar y todo aquello que dijimos en las cenas familiares envalentonados por demasiadas copas de cava. Y es que Enero está tan lejano… es el año que viene, ya habrá tiempo de pensar en como salir del rojo pasión –pasión Semana Santa, todo sufrimiento- de nuestras cartillas, con los sueldos congelados si los hubiera y con un pie en la calle.

Nos subirá el azúcar, ya te lo digo yo. Turrones, bizcochos, garrapiñadas, roscones y sobre todo películas navideñas. Ese maniqueísmo de la Disney tan lejos de la realidad, tan empalagoso y tan anacrónico. Ya lo dijo Sabina, señores: “las niñas ya no quieren se princesas” porque ven las noticias y es tan increíble un “vivieron felices por siempre jamás” que sale más a cuenta el traje de ninja que el de reina de la casa para bregar en una sociedad injusta para ellas. Después de sufrir casi cincuenta casos de violencia machista en este año que dejamos atrás, se deduce fácilmente que los encajes del traje de princesita no sirven de nada: un buen ataque siempre ha sido la mejor defensa posible.

Y así nos enfrentamos al 2012: con la granja de Pin y Pon embargada por el banco, Ken ha dejado a Barbie y ha salido del armario por fin (siempre estuvo enamorado de un Madelman) aunque teme que su ilusión de casarse se vea obstaculizada por carpetovetónicas ideas fundamentalistas. Vete acostumbrándote a la Wii, cada día queda menos aire puro para respirar haciendo ejercicio al aire libre, mejor un humidificador en el salón. Y sobre todo, niña, vete acostumbrándote a esos muñecos que hacen pis y tienen fiebre, porque será lo único que te quede, ya que como en el Titanic, cuando la crisis aprieta en las empresas, las mujeres primero.

Y sin duda, ¿qué sería de la Navidad sin el discurso del rey? Sí, ahora suena a película, pero aunque no te lo creas, es el espacio más visto de todo el año, aunque tampoco queda otra, la verdad, cambies a la cadena que cambies ahí está. Este año supongo que tendrá que cobrar un tanto por actuación, no deben estar muy bien lar arcas reales, no debe llegarles con los miserables ocho millones de euros de presupuesto –extras a parte-que tienen asignados. ¡Cómo se verán, los pobres, que alguno de los miembros de la familia ha pensado en asegurarse el futuro guardando aquí y allá unos cuantos millones, por si llegan las vacas flacas y les afectan, también a ellos, las congelaciones salariales!!.
Y después de Navidad, Año nuevo, que no se nos presenta nada fácil. Esperemos no haber metido la pata y que el cambio de Gobierno sea productivo, que no hayan mentido mucho en sus promesas (cosa que dudo, sinceramente) y que no nos estrangulen más porque estamos necesitando ya una buena respiración asistida. Y sobre todo, que no nos hagan pensar: “Virgencita ¿porqué no me dejaste como estaba?”
De todas maneras, Feliz Navidad y muchos regalos para todos, yo ya tengo el mío, se llama Gabriela.
Nos vemos.