martes, 12 de junio de 2012
SANGRE, SUDOR Y LÁGRIMAS
¿A qué viene esa mala cara? Estás enfadado, harto, asqueado y ya no tienes muchas ganas de aguantarlo más, al fin y al cabo sólo tenemos esta vida y la estamos regalando a aquellos que viven a nuestra costa.
Por fin te has dado cuenta de que todo era mentira y es que las mentiras son como los cadáveres en los ríos: tarde o temprano salen a flote y ahora están reflotando muchos cadáveres putrefactos.
Resulta que ahora ves que tanta gente indignada tenía razón y que no era una conspiración como proclamaba, con la chulería que la caracteriza, la Sra. Aguirre, que no es que la culpa fuera nuestra por haber pretendido vivir por encima de nuestras posibilidades, todas esas excusas para justificar las barbaridades que están estrangulando la economía y destrozando la vida de miles de personas, ya no son válidas. Resulta que sí, que el problema ha sido siempre un problema financiero.
Dejémosles actuar, decías, las reformas traumáticas son necesarias, los recortes también lo son y los bancos, los pobres, necesitan una ayuda.
Pues ahí los tienes y no es por dar la brasa, pero hace un año que te lo vengo diciendo: nos toman el pelo.
Así que abre los ojos, recíclate y dirige tu ira contra quienes la merecen.
Contra los políticos que, si unos nos llevaron a la ruina por lo que no se atrevieron a hacer, los otros nos están llevando a la desesperación por lo que hacen (su futuro se autodestruirá en 5, 4, 3, 2…).
Esas reformas laborales que lo único que han conseguido es que haya menos gente trabajando y los que trabajan lo hagan sin ningún tipo de incentivos, vamos, con muy poquitas ganas. No ha habido más contrataciones porque, a ver, si un empresario tiene cinco trabajadores, es fácil despedir a tres y que los dos que quedan hagan todo el trabajo. ¿Qué no te gustan las galeras? Pues deja el remo y salta por la borda.
Ahí tienes, una reforma que ha creado una legión de parados “delincuentes” que para sobrevivir o trabajan en negro o se buscan la vida como pueden y donde pueden sin plantearse siquiera la competencia desleal, que en su situación es un lujo.
Políticos irresponsables y caraduras que gozan de una vida laboral que nos niegan a los demás, que cobran todos los meses por hacer mal su trabajo. Gestionan pésimamente las autonomías, mienten en su déficit y encima lo hacen con chulería, así, mirando por encima del hombro. Se acusan entre ellos de trapicheros, pero no llega la sangre al río, ya ni se molestan en cambiar el collar: los mismos perros con los mismos collares (eso sí, collares de marca).
Políticos con la mordaza en la mano prestos a usarla en cuanto nos quejamos, acusando a diestro y siniestro de extremistas y antisistemas y si aún así no te callas te mandan a los antidisturbios para que celebren contigo las “porras de plata”.
Redes políticas que se entrelazan con las financieras: ya no distinguimos muy bien quién es quién, porque ayer te montaban una incursión en Irak y hoy te hunden Bankia. Cuando están en el gobierno les dan nuestro dinero a los bancos (o los nacionalizan hasta sanearlos, 7500 millones de € va a costar la broma), quizá porque cuando acaben su mandato irán a esos mismos bancos a labrarse un futuro perfecto… y si no es perfecto, pues a dimitir con indemnizaciones de 1 millón de € y nada de investigar malas gestiones.
Y déjame de que las ayudas a los bancos eran para incentivar el crédito porque ¿conoces a alguien a quién le hayan dado un crédito en dos años?, si sólo les falta pedirnos las toallas y cuberterías que nos dieron al abrir un plazo fijo.
El que la gran mayoría se empobrezca para que esa minoría oligárquica siga manteniendo sus privil egios les importa un bledo, como no les importa el que miles de pequeños empresarios tengan que cerrar sus negocios mientras la facturación de las tiendas de lujo sube en progresión aritmética. Va a ser que la pasta es como la energía: ni se crea ni se destruye, sólo cambia de manos y a nosotros nos las están vaciando para llenar otros bolsillos.
Así que, colega, tú ni caso de lo que digan porque mientras piden “sangre, sudor y lágrimas” para salir de la crisis, tienen la precaución de callarse que esa sangre, ese sudor y esas lágrimas van a ser las de los de siempre.
Nos vemos.
jueves, 22 de marzo de 2012
EL TRABAJO OS HARÁ LIBRES
“El trabajo os hará libres”, o eso parecen querer vendernos en este momento, aunque con la bromita yo creo que no se ríen con nosotros, sino de nosotros.
Parece que retrocedamos en el tiempo en una máquina infernal, y es que no puedo creer lo que se está intentando hacer para sacarnos de este círculo vicioso en que nos han metido. La reducción de libertades y derechos fundamentales es obvia: han tomado la famosa máxima absolutista de “todo para el pueblo, pero sin el pueblo” y la han degradado más todavía si cabe en “nuestras migajas para el pueblo pero sin el pueblo”.
Nos han dejado totalmente al margen de cualquier decisión, pero cargan sobre nuestros hombros el “deber” de sacrificio con el fin de salir de una crisis generada por especuladores y políticos, ladrones que se llenan los bolsillos con dinero público para gastárselo impunemente en “trajes y cocaína”. Si la justicia fuera realmente justa, deberían tener lo que querían: un “traje de rayas” en cualquier cárcel.
Y ahora a cargar sobre la masa las consecuencias de los desfalcos: hay que trabajar más por un sueldo menor y sin quejarse ni protestar que la reforma laboral del gobierno (que, por cierto, rima con cinco) da total libertad para que la patronal ponga en la cola del paro a cualquier elemento desestabilizador.
Esa patronal que habla con total desprecio de los trabajadores, el verdadero factor de producción que genera sus ganancias. Nos acusan de absentismo y abuso de confianza cuando es obvio que los patrones nunca han actuado limpiamente en un mercado de trabajo que claramente les favorece: la oferta siempre es menor que la demanda.
Por si fuera poco, tenemos a las grandes multinacionales chantajeando para conseguir beneficios fiscales o trato de favor en detrimento de la ética laboral. Amenazan a gobiernos y trabajadores con traslados de factorías a países con mano de obra esclava si no se pasa por el aro. Explotar a la población de países tercermundistas o bajar salarios hasta el límite deja mucho margen en las ganancias empresariales, no te lo voy a negar, pero destruye el verdadero mercado de consumo: ¿quién va a comprar nada con los sueldos miserables que se ofrecen?
La cruz de esa moneda de permisividad y favores es la que soportamos los curritos y pequeñas empresas: subidas de la luz (cuando somos un país en el que se produce más energía eléctrica de la consumida), subidas del IVA, del IAE, de combustible, subidas de intereses… en fin, que parece que tengamos un gobierno viagra con tanta subida.
Pero lo peor de todo es que están creando una sociedad triste y atemorizada, con miedo a mantener sus derechos laborales por temor a los despidos inminentes e impunes, con miedo a salir a la calle a protestar por temor a ser criminalizados y desatar la orden de carga policial y, sobre todo, con miedo a que el “Estado del bienestar” se transforme en el “padre Estado” que esclavizó a media Europa.
Se le está dando demasiado poder al poder, se está concentrando en pocas manos y, encima, esas manos no parecen estar muy limpias.
Nos vemos.
martes, 17 de enero de 2012
lunes, 16 de enero de 2012
SIN PERDÓN
Ahí los tienes, míralos, como si no hubieran roto un plato, sonriendo ante las cámaras de los noticiarios cuando los pillan entrando a los juzgaos. Ahí están, con sus trajes de marca, sus coches de alta gama y sus cuentas en paraísos fiscales, bien guardadito su dinero para que el fisco no pueda encontrarlo, que lo de sacrificio y paciencia no va con ellos.
Mientras las gaviotas azules se lanzan contra nosotros con más saña que en la película de “Los pájaros”, recortándonos todo lo que dijeron que no iban a recortar y subiendo todo lo que dijeron que no iban a subir, ellos tan tranquilos, adoptando la postura del “ahí me las den todas” porque saben que no sentirán jamás el peso de la justicia.
¡Es que es para matarlos! No me digas a mí que con todo el sufrimiento que han generado sus desmanes financieros, sus robos descarados y tanta y tanta prevaricación no es para plantarse en la puerta del juzgado y descerrajarles un tiro en las tripas por chulos, por ladrones y por mentirosos. ¿Cómo iba a haber dinero en las arcas del Estado o de la Autonomía o del Ayuntamiento que sea si ya se encargaban ellos de que pasara directamente a sus bolsillos?
Y no se cortan un pelo, los tíos. Hasta el último momento negando evidencias aplastantes, defendiendo su inocencia incluso cuando se les dan a escuchar grabaciones telefónicas en las que explican muy bien a sus colegas de rapiña en qué van a gastar el dinero que nos roban a todos, planificando cómo será el próximo golpe a nuestra economía y prometiendo favores por un módico precio.
Han descubierto la cueva de Alí Baba: el braguetazo político y financiero para vivir sin dar un palo al agua.
Eso sí, son demócratas al cien por cien, no hacen distinción de partido, ni de punto geográfico -actúan en todas partes o, como diría nuestro Manolo Escobar: en “los cuatro puntos cardinales de mi España”- ni de clase social, que hasta el yerno del rey, que ya me dirás que necesidad tiene el hombre cuando le pagamos un dineral por “ser vos quién sois”, así, con reminiscencias medievales en pleno siglo XXI.
Se les va a juzgar con esos juicios interminables con el “si yo dije” o “si yo hice”, con el “yo no he sido” y el “he dimitido por mi partido, pero soy inocente”, y mientras pasan los días y los meses, miles de familias se quedan sin casa porque han sido despedidos de sus trabajos, millones tienen que mirar el céntimo por que han congelado los salarios y da gracias que no te lo rebajen. Así, va pasando el tiempo y nosotros tan enfrascados en apretarnos el cinturón y en aplicarnos gasas a la sangría vampírica a la que nos están sometiendo, nos vamos olvidando del tema, como ha sucedido siempre y es que la justicia no es tan ciega como la pintan, a veces sabe muy bien donde hacer la vista gorda.
Pero lo que tiene más delito es el silencio de las altas jerarquías de los partidos que se callan rezando para que la trama tal o cual no salga a la luz en vez de denunciar ellos mismos los desmanes de todos aquellos que vieron la luz sin pasar por el túnel.
Luego, cuando termine todo y nos hayan chupado hasta la última gota de sangre dirán, sin sonrojarse ni un poco, que nos han sacado de la crisis con su trabajo y dedicación y se largarán a sus retiros millonarios dejando la poltrona libre al relevo generacional de sus partidos. Y es que cuentan con nosotros, el resto de los mortales, pobres curritos que nos hemos sacrificado hasta el último aliento, porque creen que se lo vamos a permitir de nuevo, que nos mantendremos calladitos y quietos con nuestros cinco sentidos puestos en sobrevivir y en mantener el miserable status que nos permiten… sólo que puede que esta vez no lo permitamos y reclamemos políticos de otra pasta, aunque haya que romper el molde.
Nos vemos.
Mientras las gaviotas azules se lanzan contra nosotros con más saña que en la película de “Los pájaros”, recortándonos todo lo que dijeron que no iban a recortar y subiendo todo lo que dijeron que no iban a subir, ellos tan tranquilos, adoptando la postura del “ahí me las den todas” porque saben que no sentirán jamás el peso de la justicia.
¡Es que es para matarlos! No me digas a mí que con todo el sufrimiento que han generado sus desmanes financieros, sus robos descarados y tanta y tanta prevaricación no es para plantarse en la puerta del juzgado y descerrajarles un tiro en las tripas por chulos, por ladrones y por mentirosos. ¿Cómo iba a haber dinero en las arcas del Estado o de la Autonomía o del Ayuntamiento que sea si ya se encargaban ellos de que pasara directamente a sus bolsillos?
Y no se cortan un pelo, los tíos. Hasta el último momento negando evidencias aplastantes, defendiendo su inocencia incluso cuando se les dan a escuchar grabaciones telefónicas en las que explican muy bien a sus colegas de rapiña en qué van a gastar el dinero que nos roban a todos, planificando cómo será el próximo golpe a nuestra economía y prometiendo favores por un módico precio.
Han descubierto la cueva de Alí Baba: el braguetazo político y financiero para vivir sin dar un palo al agua.
Eso sí, son demócratas al cien por cien, no hacen distinción de partido, ni de punto geográfico -actúan en todas partes o, como diría nuestro Manolo Escobar: en “los cuatro puntos cardinales de mi España”- ni de clase social, que hasta el yerno del rey, que ya me dirás que necesidad tiene el hombre cuando le pagamos un dineral por “ser vos quién sois”, así, con reminiscencias medievales en pleno siglo XXI.
Se les va a juzgar con esos juicios interminables con el “si yo dije” o “si yo hice”, con el “yo no he sido” y el “he dimitido por mi partido, pero soy inocente”, y mientras pasan los días y los meses, miles de familias se quedan sin casa porque han sido despedidos de sus trabajos, millones tienen que mirar el céntimo por que han congelado los salarios y da gracias que no te lo rebajen. Así, va pasando el tiempo y nosotros tan enfrascados en apretarnos el cinturón y en aplicarnos gasas a la sangría vampírica a la que nos están sometiendo, nos vamos olvidando del tema, como ha sucedido siempre y es que la justicia no es tan ciega como la pintan, a veces sabe muy bien donde hacer la vista gorda.
Pero lo que tiene más delito es el silencio de las altas jerarquías de los partidos que se callan rezando para que la trama tal o cual no salga a la luz en vez de denunciar ellos mismos los desmanes de todos aquellos que vieron la luz sin pasar por el túnel.
Luego, cuando termine todo y nos hayan chupado hasta la última gota de sangre dirán, sin sonrojarse ni un poco, que nos han sacado de la crisis con su trabajo y dedicación y se largarán a sus retiros millonarios dejando la poltrona libre al relevo generacional de sus partidos. Y es que cuentan con nosotros, el resto de los mortales, pobres curritos que nos hemos sacrificado hasta el último aliento, porque creen que se lo vamos a permitir de nuevo, que nos mantendremos calladitos y quietos con nuestros cinco sentidos puestos en sobrevivir y en mantener el miserable status que nos permiten… sólo que puede que esta vez no lo permitamos y reclamemos políticos de otra pasta, aunque haya que romper el molde.
Nos vemos.
miércoles, 21 de diciembre de 2011
DULCE NAVIDAD,... SI ESO
Para muchos de nosotros, y siento decirlo, la Navidad es como un resfriado: hay que pasarlo y si es con humor, mejor… al fin y al cabo se supone que son días entrañables de felicidad, familiares y solidarios.
Al igual que el resfriado, tiene sus síntomas y nuestros cerebros se ponen en guardia ante la que nos espera. Cuando empiezan a asomar en televisión todos esos anuncios absurdos – y bastante machistas, también hay que decirlo- de perfumes y colonias con nombres rimbombantes es el momento de cerrar chacras y dejarse llevar por la corriente, hacer de salmón y nadar río arriba no va a servir de nada, sabemos que nos arrastrará el consumismo y la vorágine, que las tarjetas de crédito –las que hayan sobrevivido a la crisis- empezarán a echar humo indefectiblemente.
Es cuando vivimos la filosofía del “carpe diem”, aprovechar el momento más inmediato, disfrutarlo y olvidarnos de las consecuencias: las cartas del banco con los números rojos, los regalos inútiles que tendremos que devolver o arrinconar y todo aquello que dijimos en las cenas familiares envalentonados por demasiadas copas de cava. Y es que Enero está tan lejano… es el año que viene, ya habrá tiempo de pensar en como salir del rojo pasión –pasión Semana Santa, todo sufrimiento- de nuestras cartillas, con los sueldos congelados si los hubiera y con un pie en la calle.
Nos subirá el azúcar, ya te lo digo yo. Turrones, bizcochos, garrapiñadas, roscones y sobre todo películas navideñas. Ese maniqueísmo de la Disney tan lejos de la realidad, tan empalagoso y tan anacrónico. Ya lo dijo Sabina, señores: “las niñas ya no quieren se princesas” porque ven las noticias y es tan increíble un “vivieron felices por siempre jamás” que sale más a cuenta el traje de ninja que el de reina de la casa para bregar en una sociedad injusta para ellas. Después de sufrir casi cincuenta casos de violencia machista en este año que dejamos atrás, se deduce fácilmente que los encajes del traje de princesita no sirven de nada: un buen ataque siempre ha sido la mejor defensa posible.
Y así nos enfrentamos al 2012: con la granja de Pin y Pon embargada por el banco, Ken ha dejado a Barbie y ha salido del armario por fin (siempre estuvo enamorado de un Madelman) aunque teme que su ilusión de casarse se vea obstaculizada por carpetovetónicas ideas fundamentalistas. Vete acostumbrándote a la Wii, cada día queda menos aire puro para respirar haciendo ejercicio al aire libre, mejor un humidificador en el salón. Y sobre todo, niña, vete acostumbrándote a esos muñecos que hacen pis y tienen fiebre, porque será lo único que te quede, ya que como en el Titanic, cuando la crisis aprieta en las empresas, las mujeres primero.
Y sin duda, ¿qué sería de la Navidad sin el discurso del rey? Sí, ahora suena a película, pero aunque no te lo creas, es el espacio más visto de todo el año, aunque tampoco queda otra, la verdad, cambies a la cadena que cambies ahí está. Este año supongo que tendrá que cobrar un tanto por actuación, no deben estar muy bien lar arcas reales, no debe llegarles con los miserables ocho millones de euros de presupuesto –extras a parte-que tienen asignados. ¡Cómo se verán, los pobres, que alguno de los miembros de la familia ha pensado en asegurarse el futuro guardando aquí y allá unos cuantos millones, por si llegan las vacas flacas y les afectan, también a ellos, las congelaciones salariales!!.
Y después de Navidad, Año nuevo, que no se nos presenta nada fácil. Esperemos no haber metido la pata y que el cambio de Gobierno sea productivo, que no hayan mentido mucho en sus promesas (cosa que dudo, sinceramente) y que no nos estrangulen más porque estamos necesitando ya una buena respiración asistida. Y sobre todo, que no nos hagan pensar: “Virgencita ¿porqué no me dejaste como estaba?”
De todas maneras, Feliz Navidad y muchos regalos para todos, yo ya tengo el mío, se llama Gabriela.
Nos vemos.
Al igual que el resfriado, tiene sus síntomas y nuestros cerebros se ponen en guardia ante la que nos espera. Cuando empiezan a asomar en televisión todos esos anuncios absurdos – y bastante machistas, también hay que decirlo- de perfumes y colonias con nombres rimbombantes es el momento de cerrar chacras y dejarse llevar por la corriente, hacer de salmón y nadar río arriba no va a servir de nada, sabemos que nos arrastrará el consumismo y la vorágine, que las tarjetas de crédito –las que hayan sobrevivido a la crisis- empezarán a echar humo indefectiblemente.
Es cuando vivimos la filosofía del “carpe diem”, aprovechar el momento más inmediato, disfrutarlo y olvidarnos de las consecuencias: las cartas del banco con los números rojos, los regalos inútiles que tendremos que devolver o arrinconar y todo aquello que dijimos en las cenas familiares envalentonados por demasiadas copas de cava. Y es que Enero está tan lejano… es el año que viene, ya habrá tiempo de pensar en como salir del rojo pasión –pasión Semana Santa, todo sufrimiento- de nuestras cartillas, con los sueldos congelados si los hubiera y con un pie en la calle.
Nos subirá el azúcar, ya te lo digo yo. Turrones, bizcochos, garrapiñadas, roscones y sobre todo películas navideñas. Ese maniqueísmo de la Disney tan lejos de la realidad, tan empalagoso y tan anacrónico. Ya lo dijo Sabina, señores: “las niñas ya no quieren se princesas” porque ven las noticias y es tan increíble un “vivieron felices por siempre jamás” que sale más a cuenta el traje de ninja que el de reina de la casa para bregar en una sociedad injusta para ellas. Después de sufrir casi cincuenta casos de violencia machista en este año que dejamos atrás, se deduce fácilmente que los encajes del traje de princesita no sirven de nada: un buen ataque siempre ha sido la mejor defensa posible.
Y así nos enfrentamos al 2012: con la granja de Pin y Pon embargada por el banco, Ken ha dejado a Barbie y ha salido del armario por fin (siempre estuvo enamorado de un Madelman) aunque teme que su ilusión de casarse se vea obstaculizada por carpetovetónicas ideas fundamentalistas. Vete acostumbrándote a la Wii, cada día queda menos aire puro para respirar haciendo ejercicio al aire libre, mejor un humidificador en el salón. Y sobre todo, niña, vete acostumbrándote a esos muñecos que hacen pis y tienen fiebre, porque será lo único que te quede, ya que como en el Titanic, cuando la crisis aprieta en las empresas, las mujeres primero.
Y sin duda, ¿qué sería de la Navidad sin el discurso del rey? Sí, ahora suena a película, pero aunque no te lo creas, es el espacio más visto de todo el año, aunque tampoco queda otra, la verdad, cambies a la cadena que cambies ahí está. Este año supongo que tendrá que cobrar un tanto por actuación, no deben estar muy bien lar arcas reales, no debe llegarles con los miserables ocho millones de euros de presupuesto –extras a parte-que tienen asignados. ¡Cómo se verán, los pobres, que alguno de los miembros de la familia ha pensado en asegurarse el futuro guardando aquí y allá unos cuantos millones, por si llegan las vacas flacas y les afectan, también a ellos, las congelaciones salariales!!.
Y después de Navidad, Año nuevo, que no se nos presenta nada fácil. Esperemos no haber metido la pata y que el cambio de Gobierno sea productivo, que no hayan mentido mucho en sus promesas (cosa que dudo, sinceramente) y que no nos estrangulen más porque estamos necesitando ya una buena respiración asistida. Y sobre todo, que no nos hagan pensar: “Virgencita ¿porqué no me dejaste como estaba?”
De todas maneras, Feliz Navidad y muchos regalos para todos, yo ya tengo el mío, se llama Gabriela.
Nos vemos.
domingo, 19 de junio de 2011
GRANUJAS DE MEDIO PELO
“Granujas de medio pelo”, como los definió Woody Allen en su película, aunque me temo que sus “granujas” eran mucho más simpáticos y bastante menos dañinos.
Los granujas a los que yo me referiré nos rodean, se aprovechan de nuestra buena fe, de nuestra falta de tiempo para analizar las cosas que se han ido cotidianizando poco a poco como esas, a veces, insustituibles redes sociales, entre ellas Facebook que nos conoce al dedillo. Todos dejamos huellas rastreables en la red, millones de datos que se van estratificando en el subsuelo virtual y que permanecen allí para gozo de la llamada data mining (minería de datos) que los extrae asociando la dirección IP con nuestra identidad… y ya está liada: aceptamos términos de uso –sin leerlos, para qué engañarnos- y nos ahogan en publicidad. Resumiendo: venden nuestros datos –que damos gratuitamente a cambio de pertenecer a cualquier red social- y las empresas publicitarias nos inundan con anuncios personalizados. Gran negocio, vive dios.
¿Y qué decir de esas grandes empresas que parecen “regalar” sus productos o servicios? Se anuncian –sobre todo en televisión- como chollos únicos e impensables en grandes letras luminosas y coloridas: conexiones a Internet por 20 € al mes a una velocidad vertiginosa, seguros y reaseguros increíblemente baratos, automóviles con unas mensualidades de risa… y picamos, claro que picamos y nunca mejor dicho, porque nuestra memoria parece ser la de un pez: una y otra vez ignoramos esas letras diminutas que salen a velocidad vertiginosa en la parte baja del televisor… claro que aunque quisiéramos leerlas sería tarea inútil. Estas letrillas enanas no están puestas para que las leamos sino para cubrirse las espaldas en cuestiones legales, así, a la hora de reclamar el dolo, siempre pueden decir tranquilamente: “ya lo advertimos en la publicidad”. Ya te digo!!!
Claro que siempre tenemos la opción de pedir información detallada de lo ofertado llamando al número de teléfono que nunca se olvidan de colocar bien visible y que, fíjate qué casualidad, siempre empiezan con los mismos números, 902, que nos indican tres cosas: que no es gratis ni barato, es decir, la llamada nos saldrá por un buen pico; que son unos sinvergüenzas porque ganan dinero incluso antes de venderte el producto; y que parecen creer que somos imbéciles.
Y la reina de todos estos tejemanejes es, sin duda, esa gran empresa de telefonía que nos ha acompañando siempre. Esa que, a pesar de tener ganancias millonarias, pone a cientos de trabajadores en la calle. Esa que nunca cumple las condiciones de sus contratos y cuando vas a reclamar te dan un número gratuito, pero no te confíes, es sólo un espejismo tanta generosidad: en menos de un minuto te desvían a un operador en Sudamérica que te dice que para solventar el problema has de llamar -¿lo has adivinado?- a un… 902.
Claro que las eléctricas no se quedan atrás. En dos años –desde el 2008-, han incrementado sus precios más de un 50%, es decir que hoy pagamos 233 € anuales más que en el 2007. Son unos sinvergüenzas por su carencia de sentido común –con el beneplácito de los políticos de turno, claro-, por su falta de solidaridad con los clientes forzosos (que estamos padeciendo una crisis creada por ellos: las grandes empresas), por su empeño en hacernos creer que el mercado de las eléctricas no es un monopolio (¿quién se va a creer que entre IBERDROLA y FENOSA no hay acuerdo para tarifar?) y, sobre todo, por el plan de modificar las condiciones del TUR (tarifa de último recurso) cuyas consecuencias serían demoledoras para miles de familias con ingresos exiguos. Pero, sin duda, lo que más enerva es que en un momento difícil en el que miles de autónomos tienen que cerrar y miles de trabajadores se enfrentan a EREs no muy claros, las eléctricas compatibilizan, sin sonrojarse, las enormes subidas con ganancias, limpias de polvo y paja, de casi 2.300 millones de Euros en 2010. Estoy pensando muy seriamente pasar del microondas y volver al quinqué de aceite, te lo juro.
Así que entre estas empresas que se comportan como buitres leonados, los políticos, la banca feroz, las meteduras de pata en Europa, y que ya sólo faltaba que nos tocaran los pepinos… ¿Alguien se pregunta todavía porque están indignados los ciudadanos???
Nos vemos… en cualquier plaza bajo una pancarta.
Los granujas a los que yo me referiré nos rodean, se aprovechan de nuestra buena fe, de nuestra falta de tiempo para analizar las cosas que se han ido cotidianizando poco a poco como esas, a veces, insustituibles redes sociales, entre ellas Facebook que nos conoce al dedillo. Todos dejamos huellas rastreables en la red, millones de datos que se van estratificando en el subsuelo virtual y que permanecen allí para gozo de la llamada data mining (minería de datos) que los extrae asociando la dirección IP con nuestra identidad… y ya está liada: aceptamos términos de uso –sin leerlos, para qué engañarnos- y nos ahogan en publicidad. Resumiendo: venden nuestros datos –que damos gratuitamente a cambio de pertenecer a cualquier red social- y las empresas publicitarias nos inundan con anuncios personalizados. Gran negocio, vive dios.
¿Y qué decir de esas grandes empresas que parecen “regalar” sus productos o servicios? Se anuncian –sobre todo en televisión- como chollos únicos e impensables en grandes letras luminosas y coloridas: conexiones a Internet por 20 € al mes a una velocidad vertiginosa, seguros y reaseguros increíblemente baratos, automóviles con unas mensualidades de risa… y picamos, claro que picamos y nunca mejor dicho, porque nuestra memoria parece ser la de un pez: una y otra vez ignoramos esas letras diminutas que salen a velocidad vertiginosa en la parte baja del televisor… claro que aunque quisiéramos leerlas sería tarea inútil. Estas letrillas enanas no están puestas para que las leamos sino para cubrirse las espaldas en cuestiones legales, así, a la hora de reclamar el dolo, siempre pueden decir tranquilamente: “ya lo advertimos en la publicidad”. Ya te digo!!!
Claro que siempre tenemos la opción de pedir información detallada de lo ofertado llamando al número de teléfono que nunca se olvidan de colocar bien visible y que, fíjate qué casualidad, siempre empiezan con los mismos números, 902, que nos indican tres cosas: que no es gratis ni barato, es decir, la llamada nos saldrá por un buen pico; que son unos sinvergüenzas porque ganan dinero incluso antes de venderte el producto; y que parecen creer que somos imbéciles.
Y la reina de todos estos tejemanejes es, sin duda, esa gran empresa de telefonía que nos ha acompañando siempre. Esa que, a pesar de tener ganancias millonarias, pone a cientos de trabajadores en la calle. Esa que nunca cumple las condiciones de sus contratos y cuando vas a reclamar te dan un número gratuito, pero no te confíes, es sólo un espejismo tanta generosidad: en menos de un minuto te desvían a un operador en Sudamérica que te dice que para solventar el problema has de llamar -¿lo has adivinado?- a un… 902.
Claro que las eléctricas no se quedan atrás. En dos años –desde el 2008-, han incrementado sus precios más de un 50%, es decir que hoy pagamos 233 € anuales más que en el 2007. Son unos sinvergüenzas por su carencia de sentido común –con el beneplácito de los políticos de turno, claro-, por su falta de solidaridad con los clientes forzosos (que estamos padeciendo una crisis creada por ellos: las grandes empresas), por su empeño en hacernos creer que el mercado de las eléctricas no es un monopolio (¿quién se va a creer que entre IBERDROLA y FENOSA no hay acuerdo para tarifar?) y, sobre todo, por el plan de modificar las condiciones del TUR (tarifa de último recurso) cuyas consecuencias serían demoledoras para miles de familias con ingresos exiguos. Pero, sin duda, lo que más enerva es que en un momento difícil en el que miles de autónomos tienen que cerrar y miles de trabajadores se enfrentan a EREs no muy claros, las eléctricas compatibilizan, sin sonrojarse, las enormes subidas con ganancias, limpias de polvo y paja, de casi 2.300 millones de Euros en 2010. Estoy pensando muy seriamente pasar del microondas y volver al quinqué de aceite, te lo juro.
Así que entre estas empresas que se comportan como buitres leonados, los políticos, la banca feroz, las meteduras de pata en Europa, y que ya sólo faltaba que nos tocaran los pepinos… ¿Alguien se pregunta todavía porque están indignados los ciudadanos???
Nos vemos… en cualquier plaza bajo una pancarta.
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