Y Perséfone regresó al Hades y decidió no volver a salir nunca más. ¿Qué importaba la primavera si en realidad nadie la apreciaba? Ella también era mortal, y sabía que los mortales perturbaban a los dioses, y no al contrario.
¿Porqué había salido? Dejó su coraza y su precaución en el armario y decidió salir desnuda esperando que el sol, prohibido en el Hades, le bañara todo el cuerpo. Había sido hermoso, pero se terminó y el retorno se hace más duro ahora.
Los días se pasan uno tras otro, esperando que nieve en el infierno, esperando lo imposible. Pero todo pasará, las aguas regresarán a su cauce y la rutina deseada adormecerá el cerebro.
No habrá más salidas, no habrá más sol.
Perséfone se ha rendido.
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