domingo, 3 de octubre de 2010

El burka cubre algo más que a las mujeres.



Todo aquel que me conoce sabe de qué pie cojeo y que soy bastante anárquica. Voy dando bandazos por la vida siempre fiel a la lógica y a mi forma de razonar. Quien tiene razón, la tiene y punto. Admiro a personajes tan dispares como Teresa de Cepeda (Sta. Teresa de Jesús para los católicos), Dolores Ibárruri (la Pasionaria), Agnes Gonxha Bojaxhiu (Madre Teresa de Calcuta) o Rigoberta Menchú. Todas ellas mujeres y todas ellas con algo en común: luchadoras hasta desfallecer, aportando todo de sí mismas y alzando la voz por aquellos que no podían ni susurrar. Cada una en su tiempo y cada una con sus convicciones, pero todas una al fin y al cabo.

Este preámbulo seudofeminista viene a cuento del tan traído, llevado y mal llamado burka. En realidad nos estamos refiriendo al “burka afgano” o chador que cubre el cuerpo y la cara por completo, permitiendo ver a través de una rejilla de tela colocada a la altura de los ojos.

A todos los politiquillos de turno –que se nos han hecho, de repente, defensores a ultranza de los derechos de la mujer-, se les llena la boca con la permisión o prohibición del chador en lugares públicos. Me daría la risa si no fuera tan terrible para tantas mujeres:
Por un lado el PP a favor de la prohibición (quizá la prohibición supondría el que esas mujeres no salieran nunca de casa), por otro lado, el gobierno… no sabe, no contesta y espera a ver para donde sopla el viento, y para rematar la jugada, el Consejo Europeo se opone a la prohibición porque lo considera una elección de la mujer.

Seamos serios señores, que cobran una pasta gansa por pensar un poquito: ¿de verdad creen que si una mujer tuviera elección se decantaría por perder su identidad bajo una cortina que a la larga la dejará ciega? Me parece que nadie en el Consejo Europeo se ha puesto un chador. La causa se ve desde una subjetividad social etnocéntrica que carece por completo de empatía… y así nos va con todo: en vez de atacar la raíz, con podar vale.

Se mete en el mismo saco el velo que cubre la cabeza de la mujer, que por cierto estuvo vigente en la religión católica hasta hace muy poco (de origen bíblico: Epístola de San Pablo a los Corintios y cuyas reminiscencias podemos ver en los velos de las novias y las mantillas), que la cárcel a la que condenan los talibanes a las mujeres. Nos quieren hacer creer que el Corán es siniestro, malvado y nada más lejos de la realidad. El desconocimiento del otro es lo que nos aterroriza y el desconocimiento de occidente aterroriza al otro. (“ Guerra santa" es una mala traducción (intencionada tal vez ¿?) del árabe "jihad", que quiere decir "esfuerzo", el esfuerzo prescrito en el Corán que hacen los musulmanes por enseñar la Fe de Mahoma de forma pacífica. Ni mucho menos hace alusión a la conversión forzosa mediante la violencia; de hecho, Mahoma legitimó la violencia con fines exclusivamente defensivos, en ningún caso ofensivos, el derecho a defenderse, que, por otro lado, constituye un derecho tan natural como el derecho a la vida.)

Cuando alzan su voz contra el velo musulmán o el burka afgano, no se piensa en la mujer, se piensa en una guerra que es muy lucrativa y que interesa mantener: oriente contra occidente… demasiado dinero en juego como para no fomentar odios entre los pueblos.

Yo, personalmente, no profeso ninguna religión, no creo en ningún dios, pero pido respeto para los religiosos y respetos para los que no lo somos.
España ya no es católica desde que se aprobó la Constitución, hay otras siete religiones más de gran arraigo en nuestro país: Musulmana, Judía, Protestante, Evangélicos, Mormones, Testigos de Jehová y Budistas, y todos merecen el mismo respeto porque estoy segura de que todos aman a su dios. (Por favor, no confundir religión con nacionalidad: un español puede ser budista y un japonés cristiano, a ver si no desembocamos en xenofobias gratuitas). Bienvenida sea, pues, la Ley de Libertad Religiosa para que pueda existir un Estado laico, que cada uno en su templo y su casa rece al dios que tenga en su corazón y vamos a dejarnos de guerras santas, que todas las religiones están cimentadas en el amor, y las guerras, por muy santas que sean siempre encubren un motivo basado en algún interés económico o geopolítico.

Si quieres informarte mejor, puedes leer el borrador de la ley en este enlace:
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/crucifijos/funerales/catolicos/elpepusoc/20100613elpepisoc_2/Tes y lo recomiendo porque me parece el más objetivo.

Nos vemos.