viernes, 11 de diciembre de 2009

EL SEXO QUE ESTÁ EN EL SESO


¿Qué es una traición? ¿Seguir los impulsos naturales del homínido? ¿Frenarlos? La fidelidad no es una cuestión de cumplimiento de palabra dada, ni mucho menos de “el qué dirán”. La infidelidad no es venganza, no es búsqueda de carencias ni libertinaje.
Ser fiel a la pareja es una cuestión de empatía. El dolor desatado al sentir la traición es difícil de olvidar: se perdona, pero no se olvida jamás. El sexo pasa a segundo término y el seso no deja de darle vueltas a la desilusión.
Nada que ver con el amor, nada que ver con la convivencia en armonía. ¿Qué fuerza tiene ese impulso que nos impide frenar aquello que nos arrastra hacia el dolor del otro?
Unas horas de placer, unos orgasmos rápidos y culpables, olvidar al otro… si se puede.
¿Ser sincero después u ocultarlo?
La sinceridad está bien, pero hace daño. ¿No decir nada? Se notará, no se puede vivir con el secreto y seguir como si nada hubiera pasado. Mirarle a los ojos y hacer el amor. Levantarse por la mañana, despedirse, trabajar, comer, compartir un día tras otro con la imagen infausta en la cabeza.
Sentarse a hablar, es lo que acaba pasando siempre ¿o no? ¿Cómo decirle que le quieres, que no puedes vivir sin él o ella y a continuación soltar la bomba, el “pero” que nunca augura nada bueno.
He gozado con otro, pero pensaba en ti.
Mis orgasmos no eran contigo, pero no te apartabas de mi cabeza.
No se volverá a repetir, te quiero.

Y ver como esa mano fría se va apoderando de su corazón, como cambia la cara, la mirada. El dolor ya es inevitable e inolvidable… para ambos.
¿Por qué? ¿Por qué lo has hecho si me amas? Preguntas sin respuesta. No lo sé, no puedo imaginar siquiera como ha sido posible… pero ha pasado.
Mendigar un perdón que será concedido, rezar por el olvido que no se producirá jamás.
Saber, ya para siempre, que la confianza ha muerto y que cada mirada ocultará pensamientos de sospecha por siempre… o esperar la venganza y entonces será más duro porque entonces sí ocuparás su lugar, sí sentirás el hielo que mató su corazón.

La felicidad ha muerto y su dolor no mereció la pena.

2 comentarios:

VivisPato dijo...

si es cierto.. una disilucion de ese tipo se perdona pero no se olvida...
desgasta el alma y la desgarra y deja una enorme desconfianza y cierra al corazon a los demas..
que mal que haya personas que juegan con nuestros sentimientos...
saludos desde Mexico
=(

Lucas Tomasin dijo...

tu texto me llegó muy adentro.
Exelénte